La educación es un derecho fundamental que tenemos todos los seres humanos, independientemente de la circunstancia a que se encuentre sometida una sociedad determinada, una época cualquiera, o un régimen particular. Es por ello que la enseñanza debe traducirse en aprendizaje para los estudiantes (de cualquier edad, nivel, o modalidad).
Si por el hecho de la contingencia que le ha tocado vivir a
la humanidad en el presente 2020, nos quedáramos en casa, como si nada
estuviera pasando, estaríamos privando a la sociedad misma de crear mecanismos
de defensa y desarrollo, siendo este mecanismo la Educación.
Pareciera como que el mismo Dios previó lo que ocurriría en los tiempos actuales y permitió el
desarrollo desmedido de la tecnología para que por medio de ella pudiéramos
hacerle frente, a lo que hoy nos aqueja (el confinamiento social a causa del
COVID 19), y a cualquier otra situación que nos pudiera afectar en un futuro
imprevisible.
Las plataformas con las que cuenta la computación en sentido
general, las redes sociales que al día de hoy nos juntan, prescindiendo de la
distancia, le permiten al sistema educativo de la República dominicana superar
la situación con un mínimo de dificultades. Es cierto que los educadores no han
sido instruidos para trabajar de este modo, sin embargo, es suficiente con la
disposición y la buena voluntad que cada uno ha notificado al mundo, con el
sólo hecho de sumarse de manera entusiasta las capacitaciones tecnológicas
planificadas desde las instancias cimeras del Ministerio de Educación de la
República Dominicana (MINERD), lo demás es “CARGA QUE SE ARREGLA EN EL CAMINO”
Eurides Guerrero Paulino.
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